Pero, no me hagáis caso. Esto, según muchos muchos coachers, sólo le ocurre a la gente que nunca triunfará. Así que, el que esté leyendo esto y piense que a él también le ocurre, que sepa que no será un triunfador.
Quietos!! no os vayáis aún. Ante tal dicotomía hay dos opciones: hacerse el "malito" o echarle un par (cada uno lo que buenamente pueda echarle), levantarse de la cama, despojarse del pijama (si lo lleva) y tomar una buena ducha de agua fría para ponerse "a tope". Bien, si la ducha es templada tampoco está mal.
Ahí es donde entra nuestra primera recomendación musical. Una ducha rapidita con un buen tema para ir entrando en materia. Uno sale de la ducha y sigue pensando que en la cama se estaba mejor. Pero no hagáis caso, sigue siendo el jodido Pepito Grillo maligno.
Así que, borrad la última frase y... Cuando sales de la ducha ya sabes que, hoy, te vas a comer el mundo. Porque hemos dicho que eras un triunfador, ¿verdad?
Ningún problema, sales de casa y llegas al trabajo. La vida es maravillosa, eres un ganador y todo saldrá bien. Es más, saldrá aún mejor. Entras por la puerta del trabajo como Leonardo DiCaprio en el Lobo de Wall Street, ya sabéis, comiéndoos el mundo. Te paseas por la oficina cual pavo real mostrando su nuevo plumaje, sabiendo que la gente te mira y sabe que estás haciendo un buen trabajo (sonando Get Lucky de fondo... ya sabéis).
Pero esto no ha hecho más que empezar, quieres seguir con tu "rollito" de triunfador. Hoy he ganado a la cama, ya puede pasar cualquiera, piensas. Es sólo, en ese momento, después de comer, cuando alguien te recuerda que sigues siendo uno más, una pieza más de entre la inmensa cantidad de piezas de ese puzle infinito.
Entonces es cuando te sacas de la manga la típica canción "cortavenas" de Alejandro Sanz o Pablo Alborán. En versión "soft". Si quiere la versión "heavy" entonces es el momento de repescar algún buen tema de Alex Ubago. Qué mejor que algo así como "sin miedo a nada" o "a gritos de esperanza".
Llegas a casa triste y con la moral por los suelos. Ahí es donde aparece tu momento de reflexión. Y en esos momentos es donde realmente aparecen los verdaderos triunfadores. Aquellos que después de caer, caer y volver a caer deciden levantarse. No poner excusas cuando hace frío por la mañana, cuando el trabajo diario te supera o cuando no hay trabajo que espera. Todos los que incluso consiguen crecerse ante la adversidad y mejorar para, de una puntapié, conseguir alejar aquellas piedras que se interponen en el camino diario.
Tu decides. Si algo es seguro es que únicamente nosotros somos dueños de nuestros actos, nuestro pasado, presente y futuro. Porque, como dice Jorge Drexler "cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da, nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma".
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